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lunes, 29 de septiembre de 2014

Cómo entender la violencia



Para comenzar debemos entender qué es la violencia  y para ello vamos a definirla como la utilización de fuerza/respuesta excesiva en un acto de agresión.


Mencionemos que todos tenemos una cuota de agresividad,  ya que la agresión es inherente a todo ser humano, viene con nosotros (innata) y es necesaria para ir hacia la conquista de nuestros objetivos. Cuando perdemos  el equilibrio interno a causa de que alguna de nuestras necesidades no está satisfecha, nos invade una sensación de inquietud que utiliza esa "agresividad" para ir tras la satisfacción de éstas y así del equilibrio.

 Ahora esa agresividad no necesariamente tiene que terminar en un acto violento.

 Entonces ¿por qué alguien haría semejante gasto de energía si no lo creyese necesario?



A menos que aquello que lo sacó de su equilibrio sea interpretado como muy amenazante y justifique semejante acción violenta. Pero para entender que esto es todavía más complejo debemos discernir primero, si el elemento externo es tan amenazante o es el sujeto quien  se siente tan vulnerable. En este momento es cuando entra en juego la autoimagen que tiene de sí este último.

Muchos mensajes disfuncionales que nos da nuestra sociedad justifican acciones irreflexivas que nos impiden hacer autocríticas de nuestros actos, volviéndose inconscientes. Estamos violentos en la calle porque nos hacen creer que debemos defendernos con nuestras propias manos... "si no atacamos primero no estamos adaptados para la sociedad de hoy"

Cuando no hay conciencia de esto no hay autocontrol.
Aquí interviene la educación que nos enseña a regular nuestras conductas brindándonos parámetros que nos ayudan a manejar las contingencias que cotidianamente atravesamos... Y una forma de educar es poniendo límites ayudando al otro a saber dónde moverse; no poniéndolos, dejamos al otro en un universo infinito muy angustiante. Siendo la otra cara de la misma moneda la contención para asegurar la sensación de acompañamiento y cuidados indispensables.



Es bien sabido que ambientes consolidados en la contención tienen muy bajos niveles de violencia, ya que si no necesitamos defendernos tanto, no necesitamos atacar.




La contención se da por la PERTENENCIA y la COLABORACIÓN

La pertenencia se busca con la participación en la tarea que persigue el grupo.
Lo que el sujeto siente que es suyo no lo destruye ya que nadie atenta contra sí mismo. Cuanto más ajeno se siente algo menos nos molestamos en conservarlo o protegerlo ya que carece de valor.

La colaboración se logra en el aprendizaje por modelamiento y disciplina. Una vez que se entiende y vivencia los beneficios de la parte que le toca a cada uno se fortalece la estructura colaborativa.

El construir juntos, el escucharnos y darnos importancia, y tener la sensación de poder satisfacer nuestras necesidades en el grupo extingue las conductas violentas y nos permite re significar, es decir volver a darle sentido a las cosas realmente valiosas en la tarea educativa.  Dotar de sentido a los objetos y a los sujetos

Por último mencionaremos  que todos necesitamos del reconocimiento de los otros, por lo menos de un otro significativo que nos hace sentir que existimos. Esto será la base de una fuerte autoimagen y de una sana autoestima. En la vereda opuesta está la anomia en donde el sujeto se siente sin valor, rechazado y menospreciado lo que será evidentemente un factor promotor de conductas violentas.


Conclusión:
Entonces concluimos que la valoración que tenga el individuo de sí mismo  y de la vida del otro, su prójimo, es la principal herramienta de Paz. Para ello cumple un papel importantísimo la educación en los valores de respeto, solidaridad y autovaloración que se fundirán en el concepto de IDENTIDAD.




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